Nunca
me he dejado querer más allá de mis límites, nunca se podían pasar de la medida
que yo misma me impuse, contaba esta regla tanto para mí, como para los demás,
no podía dejarme querer, eso habría hecho derrumbar mi mundo interior, un mundo
donde estaba sola y a salvo, siempre he pensado que estando sola el daño o el
dolor del amor nunca me impregnaría demasiado. A veces me pregunto, quien me habrá
hecho tanto daño o traicionado de tal manera para que haya puesto muros
interminables entre el mundo y yo. Y lo peor de todo, es que cuando me lo
pregunto encuentro rápido la respuesta, una traición, un abandono, un gran
dolor. Empezaré contando que no fui ni mucho menos una hija deseada, dicen que
fui un error, con lo cual, desde casi el mismo momento de mi concepción ya
estaba siendo ignorada y después una vez descubierta, fui rechazada por
montones de razones absurdas pero válidas para la razón humana. ¿Y qué podía
hacer yo? Seguir adelante a pesar de todo, deseando vivir, aunque no fuera
aceptada. Esto que parece una tontería, no lo es en absoluto, a veces intento
imaginarme la huella en mi mente inconsciente de este hecho vivido y por
supuesto, no recordado, y veo que es un tema tabú, es como si no pudiera
acceder a la información, quizás no conectándome con ese sentimiento no vuelvo
a sufrir más, o tal vez, los muros realmente estén ahí. No puedo imaginarme,
una criatura inocente y mágica como yo sintiendo el rechazo de la vida, y lo
peor aún, reconocer que nadie me quería aquí, quizás ese sea mi primer rechazo,
mi primer dolor, mi primera incomprensión, y en el fondo y aunque no me guste
oírlo y mucho menos decirlo, es parte de mi, quizás soy lo que soy y como soy
debido a esa vivencia. Por eso me paso toda la vida intentando ser aceptada y
querida, a veces pienso, que no tengo metas en la vida, porque mi única meta
que es válida para mi mente inconsciente, es la de ser aceptada y querida por
todos aquellos que me conocen y están en mi entorno.
Esto mismo me produce una pena y una
tristeza inmensa, de hecho, siempre he sentido pena y tristeza por todo, pero
sobre todo de mi misma, de mi vida y a
veces de mis pensamientos. Miro y miro a mis padres, y solo hay una voz en mi
interior gritando que “no te quieren”, tengo la sensación de que con el tiempo
se han acostumbrado a mí y han llegado a tenerme cariño, pero que no me quieren
es una de las cosas más claras que tengo en este mundo, tan claro como que
existe la ley de la gravedad…! Es de locos, pues luego pienso que yo sí que me
quiero, pero también es mentira, lo que dice mi mente inconsciente a gritos es
que “tengo derecho a vivir”, otra vez un pensamiento triste, qué pena! Pero no
me dice nada de que haya gente que me quiera, eso me lo dice mi mente
consciente, a parte de la gente que me rodea, que me quieren mucho, por lo
tanto, no me sirve de nada, la mente consciente es la “razón” de lo
irrazonable!!!
Tengo un concepto maravilloso de mi
mente inconsciente, esa a la que se le suele echar la culpa de todo, si es un
acto inconsciente, parece que es que está mal hecho o ha sido un error, y no es
así, el inconsciente es lo más grande, poderoso y maravilloso que existe en
este mundo. Jamás comete errores, es perfecto, solo que nunca le escuchamos, ni
le entendemos, ni podremos entenderlo al no ser que le miremos sin “la razón”
que nos suele entorpecer la visión de lo que es real y mejor para nosotros
mismos. Entonces le echamos la culpa al corazón, a los sentimientos, y volvemos
a equivocarnos, aunque no se nos puede culpar de eso, ya que esto viene de muy
atrás, estamos en una sociedad donde vale oponerse al corazón y maltratarlo por
encima de todo, sin saber, que el corazón es lo más maravilloso y humano que
tenemos, y no hay que bloquearle, hay que dejarle amar, soñar, enfadarse,
odiar….y todo lo demás. El problema es que le juzgamos “conscientemente”, es
decir con la razón de lo irrazonable, la conexión entre el corazón y la mente
inconsciente existe incluso aunque nos neguemos a ello, no hay que entender ni
razonar lo que sentimos, se siente sin más y ya está. Si odio y me niego a que
mi corazón odie, odiaré más y más, porque le estoy dando vida al odio, le estoy
prestando atención y le estoy razonando, y evidentemente, no existe la razón a
nivel inconsciente. Así que es de locos y tontos, y así nos va como nos va y
así estamos…como estamos.
Pero quiero continuar hablando de
mí, cómo le digo a mi inconsciente que me quieren o que me quiero, que al final
es lo mismo, ¿se tratará de respeto hacia mis sentimientos y emociones? Pues se
lo he intentado hacer ver de mil formas distintas, y al final, parece que
ninguna funciona. Y si dejo de hablarle, enseñarle e interpretarle lo que
deseo, y acepto tener ese programa de que nadie me quiere en verdad…quizás así
deje de encender el grito de “tengo derecho a vivir”, porque ese ya le tengo,
tengo todo el derecho, y si estoy aquí y ahora, es porque debe ser así, nada es
al azar en este universo mágico, quizás ese mismo programa es el que me ha
llevado a este momento, a estas letras y a ver la vida como la veo hoy. A ser
quien soy, pues yo me veo absolutamente grande, poderosa y fantástica, aunque
no me “quiera” ni me deje querer, de hecho creo que todo lo que me pasa que no
me gusta, se debe a ese único hecho de intentar mantener la distancia con el
amor e incluso con el odio, al final, creo que son lo mismo, dos enormes
emociones que condicionan nuestro mundo. ¿Y si me dejo amar y me amo, que es lo
peor que podría pasar? ¿Qué muera de amor? ¿Qué sienta amor y odio al mismo
tiempo? ¿Qué me hagan más daño del que me hago yo misma? Esto mismo no creo que
sea posible, porque adoro sentir amor, lo siento en cada mirada, en cada gesto,
en cada sonrisa…¿y si me sonrío? ¿Me amaré? Tal vez, si respeto mi inercia de
no amar, porque duele, y me sonrío pueda amarme completamente.
Respetarme, lo hago, y muchas cosas
las hago o las dejo de hacer, por respeto a mí misma y a mi persona, pero
quizás el respeto necesita más amor. Quererme lo suficiente y más aún, lo que
ocurre, es que el amor atonta y te hace hacer cosas que realmente no son
convenientes para ti, te pone en esa “ensoñación” que cantaba La Bella
Durmiente, y es que es como cuando bebes una copa de más, pierdes el norte y no
controlas. Eso es lo que me gusta a mí, controlar todo y a todos, saber que
están pensando y darles la respuesta correcta para que sean y piensen como yo,
que tremendo error, eso desde luego no es amor, es control y es egoísta, y el
amor no puede ser egoísta, es todo lo contrario, si me dejo amar y me amo con
todo mi ser, ¿dejaría de ser yo misma para ser una versión atontada y perdida?
Quizás ese sea mi miedo, o al menos el más real y lógico que encuentro, aunque
en el amor no existe la lógica para nada.
Sí sé que seguir como hasta ahora me
da una estabilidad y tranquilidad total, porque controlo cuanto quiero y a
quien quiero, eso es lógico y egoísta del todo, a veces me dan ganas de darme
un capón para despertar de mi tontería, ¿y si me descontrolo? ¿Qué podría
pasarme? Sí, salir de mi zona de confort, descubrir de nuevo el mundo, soltar
el control y el egoísmo injusto para pasar a ser libre y más alocada aún si
cabe. Me encuentro con miles de razones para seguir en mi zona de confort y
quizás un par de ellas para salir al mundo y verle con otros ojos. Incluso creo
que mi exceso de peso se debe exactamente a esto mismo, a protegerme de sentir
lo incontrolable, al fin y al cabo para eso está la grasa en las células y en
el cuerpo, para protegerlo, y puesto que la mayor parte de mi grasa está en mi
tripa y mi estómago, tiene mucha lógica. Todas las emociones las siento en el
estómago, y mis tripas es donde se digiere todo el alimento, bueno, mi
inconsciente no sabe si es alimento físico o emocional, está claro que no
quiero digerir mis emociones, quiero controlarlas, tantos años protegiéndome…y
resulta que es de mí misma, no es por mis padres, ni por mis hijas, me protejo
mi zona de confort, con este sobrepeso me aseguro que nadie se acerque demasiado,
son mis barreras. ¿Y si me quito las barreras?? ¿Qué podría pasar? Dejarlas
escapar es como salir desnuda a la calle en pleno invierno, solo de pensarlo se
me remueve el estómago, evidentemente y me muero de frío, que angustia!
Sé que limito mi amor en todas las
fases de mi vida, incluso con mis hijas, amarlas demasiado me parecería
estúpido, pues todos somos prescindibles y además me puedo sentir traicionada
por alguien a quien amo demasiado, y eso me resulta imposible incluso de
imaginar. Después de mi gran desamor en mi concepción, tuve alguno más, supongo
que no había aprendido lo que debía aprender… cuando iba a cumplir 5 años nació
mi hermano, debió de ser para mí lo más horrible que podía pasar en mi vida,
pues fui apartada, humillada y despreciada, no podía acercarme a mi hermano,
pues todo lo que se me ocurría hacer era hacerle daño, es una etapa que tampoco
recuerdo bien, aunque sí se han encargado de recordármela durante años, vaya
cruz, bien merecida, en vez de aprender a ser yo misma sin depender de mi
madre, se me ocurrió arrinconarme y no encontrar la salida, dicen que dejé de
comer hasta el punto de ir deshidratándome poco a poco, y no consentía en comer
nada, el médico le dijo a mi madre que me mandara lejos de mi casa, así que, me
trajeron unos meses en casa de mi abuela, tampoco recuerdo eso, aunque dicen
que aquí fui muy feliz, me recuperé y anulé el dolor, bueno, al menos el más
fuerte, y seguí con mi vida, sin prestar atención al dolor y sanarlo. Y de
nuevo, con los años volví a sentir la traición del ser amado, mi madre me
destrozó la vida usando todo aquello que sabía de mí para hacerme daño, esto
duró un año, y me volví a quedar indefensa ante la vida, por lo tanto, volví
rápidamente a mi zona de confort, a mi rincón y a llorar y rabiar con el dolor
de la traición, el abandono y el “nadie” me quiere. Es curioso, que en todas
las ocasiones la causa del dolor provenía de la misma persona, mi madre,
seguramente fue mi mejor maestra en esto, creo que la vida o el universo
querían hacerme fuerte, enseñarme lo que es el amor, más allá del dolor y el
miedo, y lo único que supe hacer es esconderme, cubrirme y taparte la cabeza
para que nadie me hiciera más daño, sin aprender a levantarme y decir “yo
primero”.
Me resulta curioso cuando la gente
habla de sus desamores, de hombres o mujeres que les hicieron mucho daño, y
después de aquello no quisieron volver a amar, pues los míos sucedieron con mi
madre, jamás permití a ningún hombre o mujer hacerme más daño del que ya había
sufrido. Así que he vivido con una barrera asombrosa e infranqueable, por un
lado me resulta triste decirlo, por otro lado puedo recordar cualquier vivencia
sin demasiado dolor, protección al fin y al cabo, lo que ocurre que esa
protección no me deja vivir libre, siempre encuentro una excusa para no amar ni
dejarme amar demasiado, soy una gran artífice en eso, las cosas dejo que
sucedan hasta un punto, llegado a ese punto, la barrera se encarga del resto,
suelo perder el interés en las personas o cosas de las que creo me estoy
enamorando “demasiado” para mi baremo.
Un rollo, si señor!, un rollo que te
pasas, pero aprendí a amar más a las barreras que lo que nunca me amé a mí
misma, pero eso ya se ha terminado, se acabó, no quiero vivir así, sin ser todo
lo que podría llegar a ser, sin amar todo lo que podría amar. Es mi obligación,
y la acepto, de amarme tal y como soy, con el riesgo a traicionarme y
abandonarme si se da el caso, y a no odiarme por ello. Es mi derecho, abrir mi
corazón para dejar pasar a través de mí las emociones, el amor, amarme como
nadie jamás ha amado sobre esta Tierra y en esta dimensión. Mirarme como si
fuera la única persona que puede darme la felicidad y la totalidad, completarme
aceptando todo lo que soy, lo que hay en mí y pretendo negar. Viéndome más allá
de un cuerpo y una interpretación de mí misma, viéndome con el corazón libre.
Perdono y amo cada parte de mi que se ha encargado de mantenerme “a salvo” del
dolor, agradezco mi zona de confort que me ha enseñado la ganas que tengo de
salir corriendo de ella, y por más que la haya amado debo decirla adiós, pues
nuestra relación tal cual era hasta ahora, ha terminado, se que después de esto
no volveré a ser la misma de siempre, y en parte me da tristeza y en parte me
da alegría, me quedo con las dos no voy a decidir cuál emoción es mejor ahora,
necesito la tristeza para decir adiós y sentir que realmente una parte de mi ha
desaparecido, y por otra parte ha aparecido la alegría y la emoción de no saber
qué pasará a partir de ahora, cuanto se puede amar y dejarse amar, tumbadas las
barreras, cualquier cosa puede pasar…
No llevo ninguna visión de lo que
será mi vida a partir de ahora, solo sé que me comprometo a dejarme llevar al
mundo del amor sin límites, si me vuelvo atontada quizás sea mejor así, siempre
sentí el amor como encerrado en una caja, mucho amor, demasiado amor y tan
guardado…que al dejarlo volar y soñar no se qué pasará conmigo ni con mi
entorno. Jamás nadie podrá medir el amor y su magnitud, pero es tan mágico que
te puede hacer perder el rumbo para encontrar uno nuevo, por lo tanto, abandono
mi amor “encajonado” y me lanzo a una nueva vida, donde no se podrá controlar
el amor, ni el odio, ni lo que puedo sentir por mi misma o por los demás, creo
que el verdadero amor lo he sentido siempre solo desde dentro de mi cajita,
donde era libre y a la vez estaba controlado y atrapado, ese mismo amor sale
para expandirse, tenerlo dentro de mi me va a volver loca del todo. No importa
si el amor pudiera conllevar traición y abandono, mientras yo me siga amando en
mi totalidad, sentiré la traición como un acto de amor y respeto hacia mí
misma.
A veces, amamos a quien debemos
dejar marchar. Por más que me cueste entenderlo, este es un acto de amor
supremo, hacia mí misma y hacia la otra persona. Esto también es parte del amor
pues él encierra todo aquello que se puede llegar a sentir, lo bueno y lo malo,
pero si lo entiendes como realmente es, que es parte del amor, podrás superar
todo, absolutamente todo lo que te sobrevenga.
Bien, allá voy!!! Que nervios la
verdad…..